El Mediterráneo es una fosa común. El año pasado, la Organización Internacional para las Migraciones registró 3.789 muertes de refugiados que cruzaban el mar o el Sáhara. La cifra real nunca se conocerá. A esos nombres hay que añadir al menos otros 78 refugiados que encontraron la muerte en el agua frente a las costas de Grecia tras zozobrar el barco pesquero que los transportaba. El número de víctimas podría ser mucho mayor. Según algunos de los ocupantes de la embarcación, que se cree partió de Tobruk, en el este de Libia, en ella viajaban 750 pasajeros.
Estas muertes se comunican como si fueran un accidente. Pero no son un accidente. Son el resultado previsible de políticas deliberadas para crear la Fortaleza Europa. El año pasado, la Internacional Progresista y Forensic Architecture revelaron la política sistemática de devoluciones de embarcaciones de refugiados a la deriva por parte del gobierno griego. El estudio mapea más de 1.000 casos, las historias ocultas de familias enteras —que huyen de la guerra y la persecución— a las que se ha negado la oportunidad de presentar su caso de refugio y asilo.
En cambio, con el consentimiento de la Unión Europea, las autoridades griegas violan el derecho internacional para impedir su llegada y abandonarles a su suerte en el mar. Este delito masivo y sistemático se comete con el consentimiento silencioso de la UE, en contra de sus leyes y compromisos internacionales. Nuestro archivo documenta 112 casos en los que la agencia europea de fronteras FRONTEX admite su implicación, y 417 en los que tenía conocimiento directo de las operaciones locales.
La Fortaleza Europa se hizo más alta esta semana al acorralar aún más la UE a los gobiernos de Libia y Túnez para que actúen como guardias fronterizos subcontratados. En Libia, la Misión de Asistencia Fronteriza de la Unión Europea en Libia (EUBAM) inauguró un nuevo centro de formación para la Guardia de Fronteras libia. La ceremonia de inauguración se caracterizó por la jerga periodística orwelliana cuando Jerome Buaillon, jefe de operaciones de EUBAM en Libia, declaró “juntos, transformaremos las fronteras de barreras en puentes para la prosperidad y la paz”. Que se lo digan a los amigos y familiares de quienes se ahogaron esta semana.
La UE envió una delegación de alto nivel a Túnez para lograr fines similares, así como para impulsar un paquete del FMI con el país norteafricano. La delegación formada por la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, la primera ministra italiana, Georgia Meloni, y el primer ministro holandés, Mark Rutte, expuso su apoyo a un acuerdo con el gobierno tunecino similar al de Libia. La UE proporcionará 100 millones de euros a Túnez este año para evitar que los refugiados lleguen a Europa. La violencia, en la medida de lo posible, debe externalizarse y ocultarse. El desplazamiento masivo de personas no se detendrá con fosas comunes más profundas, muros más grandes o milicias fronterizas mejor financiadas. Un nuevo informe del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados publicado esta semana revela que hay una cifra récord de 110 millones de personas desplazadas en todo el mundo. Se prevé que esta impactante cifra casi se duplique a finales de la década, ya que el colapso climático impulsa los desplazamientos a medida que los sistemas alimentarios e hídricos de algunas partes del mundo dejan de soportar la vida humana. Se calcula que el número de refugiados por causas climáticas podría alcanzar la aterradora cifra de 1.200 millones de personas en 2050.
Mediante la guerra, el saqueo económico y el caos climático, los gobernantes del mundo están convirtiendo gran parte de nuestro planeta en terreno hostil para la vida humana. Los refugiados y las refugiadas de hoy y de mañana, que buscan un lugar seguro para ellos y para sus seres queridos como lo haría cualquiera de nosotros y nosotras, no se verán obligados a huir o a recibir el apoyo, la atención y el amor que merecen si cambian los gobernantes del mundo. En Europa y los Estados Unidos, la clase dominante y sus aliados de extrema derecha utilizan la difícil situación de quienes huyen para salvar sus vidas para afianzar su dominio, afirmando que sólo ellos pueden defender a sus ciudadanos contra estos recién llegados.
La Internacional Progresista denuncia este vil truco como lo que es: una cruel mentira. Nos negamos a mirar hacia otro lado ante los crímenes contra la humanidad que se cometen en la frontera. Llamamos a derribar la Fortaleza Europa para proteger las vidas de todos los refugiados – y a responsabilizar a quienes convertirían el Mediterráneo en su cementerio. La única solución práctica para nuestra humanidad común es desmantelar tanto la maquinaria bélica como las Grandes Petroleras que impulsan los desplazamientos, y unir nuestras fuerzas más allá de las fronteras en una defensa común de las personas y el planeta.